- Área: 255 m²
- Año: 2016
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Fotografías:JAG Studio
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Proveedores: Graiman, Kare Design, Kubiec, Vertical
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicada en Zámbiza, parroquia rural situada al nor-este de la ciudad de Quito, la obra es implantada sobre un terreno rectangular en pendiente de 11m de ancho por 42m de largo, el cual, gracias al carácter tectónico de la casa, tensiona la relación con el paisaje y el lugar.
Como primera operación proyectual, se establece el plano horizontal plano como elemento predominante sobre el plano inclinado natural (requerimiento del cliente), el cual generará una intención de volar hacia el horizonte, como si de un muelle se tratase.
Estas intenciones se remiten a sistemas conceptuales en este caso, una búsqueda de contraste y equilibrio espacial que se manifiesta entre lo funcional y artístico, entre el orden y la expresión, entre lo pesado y lo ligero, lo opaco y transparente, produciendo así, convergencias entre lo horizontal y lo vertical.
El plano horizontal como epistemología y el equilibrio como metodología permiten dar un nuevo enfoque al problema del espacio arquitectónico y del habitar contemporáneo. En relación con esta idea, la fenomenología a través de la percepción de los objetos y del lugar, nos da las cualidades de la materia, del espacio que se genera de la interpretación entre estos y el habitante.
Relacionando la forma, función y espacio, la arquitectura eleva la experiencia de la vida cotidiana a través de los múltiples fenómenos que emergen de los entornos, programas y edificios concretos.
Por un lado, existe una idea que impulsa la arquitectura; por otro, la estructura, el material, el espacio, el color, la luz y las sombras intervienen en su gestación.
Un programa arquitectónico explotado al máximo y distribuido en relación a la composición de la casa sobre un suelo natural modelado permitiendo así, integraciones y creaciones de nuevas visuales. Esta composición se basa en tres operaciones: la primera, la generación de un volado de 6 metros hacia el horizonte a través de tres vigas ménsulas metálicas longitudinales, conformando así en el fondo, un espacio caja (subsuelo) donde estarán las máquinas y bodegas; la segunda operación, tres planos horizontales planos (suelos y cubierta) y entre estos, una estructura ligera modulada que permita ordenar y distribuir los espacios adecuadamente, ya sean en la primera planta donde se ubicará lo social y en la segunda planta lo privado; como tercera operación la perforación vertical de estos planos horizontales conformando a través del vacío espacios de luz y de paisaje y de manera concreta a través de la disposición central de las escaleras.
Entre otras percepciones, se destaca la conjugación de materiales posibles como el metal, hormigón, ladrillo, vidrio y la relación con un equipamiento previamente establecido (puerta y muebles), presenciando así, una sensibilidad entre lo construido y la escala humana: una emoción arquitectónica.
Un plano horizontal que flota, que se levanta del suelo para que se una al horizonte, al paisaje a través de una plataforma principal. Otro plano horizontal a la altura del paisaje que pareciera la cubierta de un barco. Un plano horizontal para buscar aquí la “lejanía y la calma”. Una arquitectura puesta siempre al servicio del hombre que vive, que sueña y que piensa.
Una casa para vivir, para soñar, para pensar, para recorrer, para habitar, para tocar el cielo estando en la tierra.
Cabe destacar el lenguaje arquitectónico y cultural que se quiere expresar: la articulación de materiales entre sí como acto constructivo, espacios flexibles ordenados y expresivos entre el interior y el exterior como acto proyectual y una “horizontalidad verticalizada” a través de la perforación y búsqueda de luz y conformación de patios y huertos tensados por el recorrido como acto conceptual, dejando de lado lo retórico, reflejando así la posibilidad de actualización de pensamientos modernos basados en la propia disciplina arquitectónica.